La temporada navideña convirtió a las barberías en uno de los negocios más concurridos del 24 de diciembre, donde nadie quería salir mal en la foto familiar. Desde temprana hora, las sillas estuvieron ocupadas y se formaron filas de hasta dos horas, mientras el sonido constante de las máquinas marcaba la jornada.
Barberos como Néstor Julián señalaron que trabajaron en horario corrido, de 10 de la mañana a 8 de la noche, sin pausa. Los cortes más solicitados fueron el mullet, burst fade, mohicano y estilos clásicos con tijera. Aunque el cansancio fue evidente, el sacrificio valió la pena: la prioridad era lucir impecable para la cena de Navidad.
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