En la colonia Gabriel Gutiérrez de Tuxtla Gutiérrez, la perseverancia y la dedicación tienen un nombre: doña Tomasa. Desde hace décadas, esta admirable mujer ha hecho de la venta de pozol tradicional su sustento y su forma de vida. Cada mañana, doña Tomasa prepara con esmero esta bebida emblemática, un trabajo que ha sostenido a su familia a pesar de enfrentar serios desafíos de salud, incluyendo la diabetes que le costó un riñón y las secuelas permanentes de una parálisis facial que padece desde los 28 años. Aún con estas adversidades, su espíritu indomable y su sonrisa intacta la convierten en un verdadero ejemplo para toda su comunidad.

Reynaldo Esquinca.

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