La erupción del 17 de julio reafirma el carácter siempre activo y vigilado del volcán Sakurajima. Aunque en esta ocasión no se han reportado daños serios, la ceniza y posibles explosiones futuras plantean riesgos para la salud, la agricultura y la aviación. Los sistemas de vigilancia, las alertas tempranas y las medidas de protección son clave para reducir los impactos en la región.