En Alaska, la rana de madera protagoniza un fenómeno único, puede congelarse por completo durante el invierno, quedando como un bloque de hielo con el corazón detenido, el cerebro inactivo y sin respirar. Gracias a sustancias como glucosa y urea, que actúan como anticongelantes, sus células se mantienen intactas. Investigadores han comprobado que resisten hasta seis meses a –18 °C con un 100% de supervivencia.


















