En diciembre, la pólvora se convierte en un riesgo latente. Pese a la tradición, madres como Jazmín Ovando y Estéfani Vázquez evitan su uso por miedo a quemaduras graves. Aunque comerciantes cumplen con medidas de seguridad como extintores y cubetas de arena, el peligro real ocurre tras la compra.
Isabel García, del Cuerpo de Bomberos, advierte que explosivos potentes como el “Hulk” o las “palomas” pueden causar amputaciones totales. La responsabilidad recae directamente en los adultos, pues la imprudencia transforma festejos navideños en dolorosas emergencias médicas.
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