En Tuxtla Gutiérrez , el bullicio que solía inundar los talleres de restauración previo a la Navidad se ha transformado en un silencio inquietante. Lo que antes era una temporada de fervor y prisas para vestir y reparar al Niño Dios, hoy se enfrenta a la “modernidad” y al desapego de las nuevas generaciones. Para artesanos como Lizeth Sánchez, cada pincelada se ha convertido en un acto de resistencia contra la cultura de lo desechable, intentando rescatar no solo figuras de yeso, sino recuerdos familiares y una fe que parece quedarse sin herederos.
Jorge David Pérez.
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