El Día de Muertos es una de las celebraciones más emblemáticas de México. Más allá de ser un momento para honrar a nuestros seres queridos, es una ventana a la evolución cultural del país. La prueba más clara de este sincretismo y cambio es la transformación de los objetos que, históricamente, se colocaban en la ofrenda de los altares. ¿Sabías que elementos como la seda, el cacao o la cruz de ceniza eran esenciales?
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Hoy en día, pocos recuerdan el significado profundo de estos objetos. Si bien el agua, la sal y la flor de cempasúchil se mantienen como pilares, la tradición prehispánica y novohispana incluía elementos que hoy son una rareza en las ofrendas.
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Día de Muertos, una celebración significativa, colorida e importante de nuestra cultura
Objetos que antes se colocaban en las ofrendas del Día de Muertos
La riqueza de esta celebración, que se vive de manera especial en lugares como Mixquic, CDMX, Oaxaca y Chiapas. Algunos de los elementos olvidados, que incluso podrían considerarse por algunos como "extraños", con:
- Petate: El descanso del viajero.
La popular frase "se petateó" tiene su origen en este objeto. El petate se colocaba en el altar para que las ánimas descansaran del largo trayecto desde el Mictlán. Hay que recordar que no solo servía como mesa o cama, sino que también era con lo que se envolvía a los difuntos. - Cacao, semillas y cera: Abundancia y espiritualidad.
Si bien el pan de muerto es icónico, durante la Nueva España se documentaba la presencia de cera, semillas y, notablemente, cacao. El cacao, en particular, tiene una profunda conexión espiritual y es un símbolo de prosperidad y abundancia. - Cruz de ceniza: Guía para expiar culpas.
Actualmente se utiliza la flor de cempasúchil para formar una cruz, pero la tradición antigua incluía la cruz de ceniza. Su función era servir de guía para que el ánima pudiera expiar sus culpas o como ayuda para salir del Purgatorio, un claro ejemplo del sincretismo con el catolicismo. - Seda y satín: Vestiduras de Honor.
Además del papel picado de colores, se acostumbraba a colocar telas finas como la seda o el satín, e incluso ropa limpia. Esto se hacía con el propósito de recibir a las almas con vestiduras de honor.
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- Licor o atole: El recuerdo de la vida.
Es común colocar las bebidas favoritas del difunto (cerveza, vino). No obstante, antes se colocaba licor o atole de forma general. El licor, según la tradición, se ofrecía para que el difunto pudiera recordar sus momentos bonitos en vida. El atole, chocolate o leche se destinaba especialmente a las pequeñas ánimas (los niños). - Mole o barbacoa: El banquete aromático.
En varias comunidades indígenas se mantiene la tradición de cocinar mole o barbacoa directamente para la ofrenda, creyendo que el sazón y el aroma ofrecen un auténtico banquete al ánima que visita. - Imagen de las ánimas del purgatorio: Protección espiritual.
Aunque la creencia principal es el cruce por el Mictlán, algunos altares colocan la imagen de las Ánimas del Purgatorio en caso de que el ser querido estuviera atrapado allí. También se colocaban imágenes de otros santos para fomentar una "interrelación" entre vivos y muertos.
Elementos indispensables de la ofrenda moderna del Día de Muertos
A pesar de la evolución, el altar sigue siendo una de las expresiones de cariño más hermosas, un sincretismo cultural que expresa el amor a quienes ya trascendieron:
- Veladora y cirios (Luz y guía)
- Agua y sal (Purificación)
- Incienso (Aleja malos espíritus)
- Calaveras de azúcar, amaranto o chocolate (Alusión a la muerte y su dulzura)
- Flor de Cempasúchil (Camino de color y aroma)
- Pan de Muerto (Fraternidad y el ciclo de la vida)
- Fruta o alimentos preferidos
- Bebida de su preferencia
- Fotografía del ser querido
- Juguete preferido (Para las ánimas pequeñas o mascotas)
Cada altar es único, pero su finalidad siempre es la misma: expresar el cariño inmenso a ese ser querido que regresa a casa por un par de días.
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